domingo, 24 de octubre de 2010

Aprendiendo a dibujar.

Como si me quisiera escapar de la libertad. Estoy absolutamente protegido y aparece el deseo de volar.

Me equilibro, mido distancias, tomo carrera, respiro profundo y salto.

Amanezco preso de una libertad aun mayor. El silencio compañero que intenté esgrimir se esfuma dejándome con sonidos placenteros, pero intermitentes.

Entonces comienzo a dibujar, un arco aquí, semicírculo allá, presión, levanto el lápiz, me acomodo, miro de nuevo el modelo, altero un poco el sentido real.

Pero mi espíritu racional me pide con señas exageradas algún algoritmo que explique. Lamento informarle que me pase del otro lado, ahora no me ahorro libertad y mi ciencia me extraña. Sin embargo creo encontrar el puente, la senda sinuosa que conecta las dos partes de mi cabeza.

Cables se llaman, y se conectan entre ellos por medios irreconciliables. Alguno de los que me pertenecen a mí están averiados, pero yo los reparo con cuerdas, que no cumplen exactamente la misma función, pero le ponen un poco de música a la conexión.

Entonces puedo emprender una tarea más armónica, que es la de explotar mi lado más libre, con la ayuda de mi ciencia amiga, uniendo todo con cuerdas, que aun en la tensión que las amenaza esbozan melodías rituales que embelesan.

2 comentarios:

  1. unilos con puentes....


    la tensión entre palabras es lo que da melodía a tu relato.
    grande!

    besos*

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