Guerrero mundial

Andy De Partet creará, en algún momento del tiempo, una nueva forma de la guerra.

De Partet, al mando del mundo, líder único universal, inventará un salón, de las dimensiones de una nación, donde se desarrollaran todas las futuras guerras. El salón tendrá paredes blindadas de aislación atómica.

Habrá un sensor, cual detector de metales, que podrá identificar el perfil de quienes entren allí, y no permitirá la entrada de las almas puras, de las almas salvables, de los cuerpos inocentes, de las mentes agobiadas.

El salón se encontrará vacío muy prontamente.

Gerardo Altamirez ideará una nueva filosofía política. Se retrotraerá a un análisis exhaustivo de absolutamente toda la historia política de la humanidad y creará un sistema impoluto e inédito. Un sistema que se encuentre fuera del plano espacial derecho/centrista/izquierdo. Un sistema cuyas defectuosidades serán tan imperceptibles que resultará perfecto, y este sistema se empleará en el imperio gobernado por De Partet.

La libertad se hará corpórea, tangible. Se desdoblará en tantas partes como habitantes queden en el mundo e irá de la mano de cada uno. De su mano, aprenderemos quién es, qué es, y qué podemos ser nosotros. Como será visible, podremos verla no sólo a nuestro lado, sino también al lado de los otros.

Johannes Sacardo inventará la medicina absoluta. Presidirá la liga de investigación que dará a luz la fórmula de la vida, que quedará impregnada en la genética humana de una vez y para siempre, haciendo que cada uno viva lo que tenga que vivir.

Julius Amparo unificará las religiones a una tan abstracta y múltiple que será indoctrinable. Una fe tan profunda e individual, que será irrefutable en todos los casos.

Julius Amparo no será Papa ni sacerdote ni rabino, Julius Amparo no será nadie real.

A las órdenes de De Partet el mundo será un reflejo del paraíso, y De Partet, como toda parte de un reflejo, será pura sombra, pura ilusión.