Cristalizado el momento, pero en espejo, reflejado aleatoriamente.
Camino las rocas, adentrándome en el mar, pero descubro la inevitable incompetencia de los puentes. Entonces me repliego en la limitación, reconozco y auspicio el perímetro de mi existencia.
Arqueado, cuesta caminar mirando adelante, entonces me repliego, aceptando mi acotado destino terrenal.
Nado, con la ilusión del conocimiento y la bravura del coraje. Me escapo de la orilla y me encuentro nuevamente ratificando mi omnipotencia, pero llega una ola, o tal vez mi cesante respiración y comprendo que a pesar de las distancias recorridas, no me queda más que replegarme en mí, admitir mi propia autoinsuficiencia.
Escalo el edificio con la esperanza, lejana, de que el impulso me lleve más allá de los límites que me había construido, quizás con un ala delta, quizás aprendiendo de las aves. En medio de la caída libre me doy cuenta que lo mejor que puedo hacer es dejar de intentar prácticas mágicas, dejar de proponerme utopías inadecuadas.
Es imposible cruzar el mar.
P.D.:En un muelle, en cualquier lugar a casi un metro del agua.
sostengo que los puentes no siempre son incompetentes...
ResponderEliminarbuen relato!
besos*
Claro que no! No es más que un recurso para este relato en particular. Tampoco es imposible cruzar el mar!
ResponderEliminarGracias por el comentario!
así es! tampoco es imposible cruzar el mar...
ResponderEliminarcomprendo el recurso, yo utilicé casi el mismo hace unos días...
beso*