Catalógico

¿Sería acaso innovador si mi obra fuera un catálogo de todo lo escrito en los siglos de los siglos?

Ya todo ha sido escrito, pienso, en un rapto de trillez (una palabra que, por cierto, se le ha olvidado a la Academia), entonces me propongo la obra universal más original jamás siquiera pensada. Una obra que catalogue, analíticamente, todo lo antes escrito en todas las formas de escritura posibles.

Jeroglíficos, Tratados de política internacional, romances y recetas de cocina, todo componiendo la obra más monumental y maravillosa, la mía.

Entonces Hegel me ata las manos y me dice que así como algunos dicen “para todo roto hay un descosido”, para todo análisis hay una síntesis [no me critiquen los ortodoxos de la filosofía, esto es un texto literario], y me quiebro, descubriendo lo vano de haber emprendido la empresa de la originalidad absoluta, cuya definición ya la aleja del entendimiento.