miércoles, 1 de diciembre de 2010

Fluyente [leer rápido]

Luego de escribir siete páginas queda poca tinta en la cabeza, por lo que hay que optimizar el tiempo y las ideas que quedan, cayendo en gotas.

Se debe atajar una por una, mantenerla, moldearla rápido, eludir rectificaciones y seguir adelante. En el trayecto puede que nos desviemos un poco del mensaje, pero esta vez y sólo por esta vez, tenemos licencia: es que hemos escrito antes siete páginas.

Con respecto al fluir: el agua avanza y se escurre por los más recónditos huecos que seamos capaces de reconocer, emerge de profundidades inexpugnables y rebasa cualquier contenedor. Cuando viene violenta es mejor dejarse llevar, y es poco recomendable ejercer resistencia, porque en la escala zoológica nos ha superado ampliamente en el plano del fluir.

A nosotros no detienen paredes, precipicios, montañas todo el tiempo, no hemos aprendido en todos estos años de evolución a atravesar los obstáculos, a ir más allá, a afianzar nuestra presencia.

Somos fácilmente contenibles, y esa es nuestra debilidad física.

Pero en alguna de nuestras médulas tenemos algo de agua, que es la que nos permite fluir. Es esa de la que surgen algunos pensamientos, ideas, reflexiones, que en algunos casos pueden venir a reparar insolvencias evolutivas.

Con el cuerpo no podemos atravesar los muros, no podemos arrojarnos al vacío, las ideas tienen una posibilidad que nos sobrepasa, que es la de eterizarse y así eternalizarse.

Parece ser que con las pocas gotas que quedan, luego de escribir siete páginas, se puede dar un paso más en la evolución.



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